Basílica del Santísimo Cristo de la Expiración.
La impresionante figura del crucificado que mueve a la conversión. Representa el instante de la muerte de Jesús y ciertamente este Cristo de la Expiración -«El Cachorro», como le llama el pueblo- , obra de Francisco
Antonio Gijón de 1682 y canto de cisne de la imaginaría barroca, sintetiza en su moribunda agonía al Dios Salvador y al hombre sufriente. Unión hipostática que la saeta expresó con sencillez al describirlo como "retrato del Dios verdad". Presenta detalles difíciles de superar, como la boca entreabierta que deja ver hasta la garganta, los signos premortales en las pupilas, su paño de pureza agitado por la tormenta de la hora nona.
La veneración a la Virgen como protectora especialísima del linaje humano y la consecuente creencia en su capacidad mediadora, creencia que se renueva con solemne juramento cada año y que está en consonancia con la adveración de su Imagen Titular. Como día señalado celebra la Hermandad, en noviembre, la Festividad del Patrocinio de Nuestra Señora, instituida en 1656 por el Papa Alejandro VII a petición de Felipe IV, monarca que según la tradición estuvo orando ante la gloriosa y mariana efigie.
TÚNICAS: De capa de lana blanca con el escudo de la cofradía
y túnica negra con antifaz del mismo color con la Cruz de San Juan.
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